Abrir el corazón, para que se abra la mente
... el papel de los factores psicológicos en el aprendizaje del
alemán.
Por Diana Alejandra Roncancio Gómez
Creo que habría muchas más historias de éxito en el aprendizaje
del alemán, si todos tuviéramos la oportunidad de abordar los
aspectos emocionales que vinculan nuestra historia personal, nuestra
situación actual y nuestros sueños, con el proceso de adquirir el
idioma.
Quizás se trate de una idea poco extendida, esta de abrirle el
corazón al idioma como una forma para facilitar su aprendizaje.
Generalmente atribuimos la dificultad del aprendizaje del alemán a
su gramática, a su pronunciación, a que no se trata de una lengua
romance. Estoy de acuerdo con que aprender alemán no es para un
hispanohablante lo mismo que aprender italiano, pues en el segundo
caso, ya tenemos prácticamente ganado el terreno de la gramática.
Cuando aprendemos una lengua como el alemán, nuestro cerebro
necesita un cierto lapso de tiempo para incorporar y automatizar las
nuevas estructuras gramaticales, en el cual, no vale estudiar más
horas al día o aprender más verbos por minuto para acelerar el
proceso de aprendizaje.
Con lo anterior quiero aclarar, que reconozco
la porción de dificultad al aprender, inherente a las diferencias
entre nuestra lengua materna, el castellano y nuestra lengua
objetivo, el alemán.
Debo reconocer además, que factores que en muchos casos dependen del
azar, como la pedagogía o el talento comunicativo del profesor que
nos toca cuando nos inscribimos a un curso, pueden estimular o no el
proceso de aprendizaje.
Pero también es cierto que en muchos casos, la dificultad para
aprender está alimentada por una serie de factores que nada tienen
que ver con el idioma en si. Factores, que quedan fuera del alcance
de la pedagogía, del profesor, del libro de alemán...
A esos “otros” factores, es a los que me quiero referir en esta ocasión.
Me gusta usar la imagen de: abrir el corazón, para que se abra la
mente.
Porque creo que al final, la clave que pone en marcha o
bloquea nuestro potencial intelectual, está en lo emocional.
Me
gustaría proponer tres ángulos para abordar el tema de las
emociones que interfieren con el aprendizaje del alemán, basados en
casos que he atendido en consulta.
Todas las emociones ocurren en el presente, sin embargo las
situaciones que las generan, pueden ya haber pasado, estar ocurriendo
en este momento o ser proyectadas en el futuro imaginario. Tomaré la
linea del tiempo para situar el origen posible de emociones que
frecuentemente interfieren con el proceso de aprendizaje.
Emociones del pasado
Provenientes de los modelos sobre cómo
reaccionar y asignarle valor a las situaciones, profundamente
arraigados en nuestra forma de ver al mundo y vernos a nosotros
mismos.
Se trata de los modelos que nos trasmitieron nuestros padres
y que más tarde también pudieron ser influenciados por la
escolarización. Seguro que nuestros padres hicieron lo mejor que
pudieron, no se trata de encontrarles culpa.
Para tomar un caso
concreto, recuerdo ahora a una paciente, cuyo perfeccionismo
-aprendido en casa, claro- es tanto su mejor herramienta, como su
peor obstáculo para aprender. Cada vez que comete errores al hablar
alemán frente a sus compañeros de trabajo, se paraliza porque
aparece en su pecho, la misma perturbación que sentía de niña
cuando su madre le decía que no era lo suficientemente buena ni
capaz en la escuela.
El perfeccionismo se convirtió en su método de
“conquistar” la aprobación y el amor de sus padres.
Hablar perfecto=sentirse amada vs. Cometer un error al hablar=sentirse no amada.
Nuestra reacción a la equivocación, ha sido modelada por la manera
en que nuestras figuras afectivas importantes reaccionaron ante los
errores que cometimos de niños, en un tiempo anterior a nuestra
memoria. Si cada error que cometemos al hablar alemán, evoca ese
dolor de nuestra alma infantil, aprender se convierte en una tortura,
de la que queremos escapar o simplemete, oponemos resistencia.
Emociones del presente
Como anoté, todas las emociones
ocurren en el presente, pero cada una tiene sus raíces en
situaciones ocurridas en diferentes etapas de la vida. Cuando hablo
de las emociones del presente, me refiero a aquellas -apaentemente- generadas por la
situación actual de la persona.
Como ejemplo quiero mencionar los
casos frecuentes de parejas binacionales, alemano-latina/española,
en los que en buena parte, los conflictos no resueltos de la pareja,
se expresan en una fuerte aversión hacia el idioma, por parte del
que lo está aprendiendo.
¡Como si el pobre alemán -el idioma-
tuviera la culpa!
Resistirse a aprender el idioma o a tener gusto por
hablarlo, constituye una especie de “caballito de batalla” para
empaquetar sentimientos como la rabia, la insatisfacción o la
frustración en la relación, no expresadas abiertamente a la pareja. Pero ATENCIÓN!! lo que pasa con la pareja es en un alto porcentaje, un reflejo de los conflictos de nuestra infancia que aún no están resueltos!
Es una manera astuta de nuestra psique, de poner en algún lugar
sentimientos perturbadores que no logramos comunicar asertivamente al
otro. Es a la vez, una manera efectiva para no aprender alemán -esto último es un poco de ironía-.
Emociones del futuro
Se trata de emociones que acontecen en el presente, pero que
están desencadenadas por temores proyectados en un futuro imaginado.
Cuando la necesidad de aprender el idioma se acompaña del deseo de
hacerlo, y ese deseo es “verdadero” en el sentido de encontrarse
en armonía con nuestros sueños, un terreno importante está ganado.
Tener claro en la cabeza y que el corazón esté de acuerdo, cuál es
el sentido de invertir tiempo, esfuerzo y dinero para aprender este
idioma, es una garantía para lograrlo.
Hay casos en los que, aunque
la persona asista rigurosamente a los cursos, haga todas las tareas y
memorice cada palabra nueva, su nivel no mejora.
Puede deberse por
ejemplo, a que en el fondo tiene miedo de echar raíces en Alemania.
Entonces para emcnionar un ejemplo, la persona vive inmersa en el conflicto de
por un lado, querer hacer las cosas para armar su vida aquí y por el
otro, si llegara a lograrlo, sentirse desleal con su familia de
origen por “abandonarlos” al triunfar en un país lejano.
Como
podrán imaginarse -o como quizás, te pasa a ti también- hay un derroche enorme de energía vital, pues la
persona en su lucha interior, persigue simultáneamente objetivos
opuestos. En una situación como ésta, que mantiene a la persona
bajo un grado de tensión permanente, pues cada progreso en el idioma
intensifica el conflicto, aparece como “estrategia” de nuestra
psique -también es plausible explicarlo como un efecto directo del
estrés sobre la áreas del cerebro involucradas en la atención y la
memoria- el estancamiento en el aprendizaje, un menor rendimiento
intelectual del que se es capaz.
Como podrán reflexionar queridos lectores, aprender alemán es cosa
seria.
No solo por las dificultades intrínsecas del idioma, sino
además por las asociaciones con el estado emocional del migrante,
que pueden convertir el proceso de aprender en una situación
cargada de conflicto.
Una buena estrategia para dilucidar si en tu caso hay emociones
perturbadoras que están frenando tu proceso de aprendizaje, es
empezar por preguntarte:
¿Qué siento cuando hablo en alemán?
- Si es
algo desagradable ...
¿Conozco este sentimiento de otra
situación/momento de mi vida?
... si la respuesta es afirmativa, ese
momento que recordaste, puede ser la puerta de entrada para detectar y si decidieras trabajar en ello, para desactivar, aquello que te está bloqueando.
El resto del proceso de búsqueda y de intervención sobre
esas emociones perturbadoras, tiene lugar en terapia.
Te invito a contactarme si crees que estás lista/o para dar un paso
adelante, haciendo visibles y así manejables, las fuerzas ocultas de
la emoción que no te dejan aprender alemán.
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